Gus Van Sant dirige de nuevo un guión de Matt Damon, al que diera su gran oportunidad con El indomable Will Hunting.
Puntuación: 7
Steve (Matt Damon) y su compañera Sue (Frances McDormand, Fargo)
llegan a un pueblo ganadero de Pensilvania en representación de una compañía de
gas que quiere comprar derechos de perforación, por supuesto a un precio mucho
menor que las ganancias que va a obtener. El problema viene cuando uno de los ciudadanos
pregunta por las consecuencias medioambientales de dichas excavaciones. Esta
sencilla cuestión llamará la atención de Dustin (John Krasinski), un ecologista con sed de justicia y don de gentes,
cualidades que obligan a Steve a replantearse la estrategia de la que depende
su trabajo.
Gus Van Sant, que de seguir así conseguirá que le perdone el haber
realizado el remake de Psicosis, aparca
sus caprichos independientes (Paranoid
Park, Last Days, Elephant) y retoma el cine más comercial
sin perder un ápice de compromiso autoral. Claro que en este caso se muestra
esclavo de un guión que hace aguas en su inesperado último acto, que en
términos narrativos es sumamente eficaz. Algo parecido a lo que sucedía en la
reciente Efectos secundarios, donde
su denuncia a la prescripción de fármacos antidepresivos se diluía en un turbio
thriller de giros abruptos y tramposos.
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