El escritor Cormac McCarthy (La carretera,
No es país para viejos) firma el
guión de esta película sobre narcotraficantes y abogados del diablo, con Michael Fassbender y Penélope Cruz como improbable pareja
protagonista.
Imagen:20th Century Fox |
Puntuación: 7
Pocos elogios está obteniendo la
nueva película de Ridley Scott, y
por más que me cueste llevar la contraria –es irónico, claro- he de admitir que
yo la disfruté de principio a fin, desde el momento en que el consejero (Michael Fassbender) le confiesa a Laura
(Penélope Cruz) que ha estado con
mujeres muy cochinas hasta el inevitable derramamiento de sangre. Entre medias
se suceden amenazas camufladas bajo largos diálogos, ilusiones ocultas en
pequeñas mentiras y unos personajes salidos de la oscura y precisa prosa del
ganador del premio Pulitzer Cormac
McCarthy.
Michael Fassbender (Shame,
X-Men: Primera generación) da vida a
un abogado que asesora a delincuentes para que estos utilicen a su antojo los
márgenes de la legalidad. Como clientes suyos tenemos al sereno Westray (Brad Pitt) y al extravagante Reiner (Javier Bardem) junto con su novia
Malkina (Cameron Diaz), y fuera del
terreno laboral se encuentra Laura, la ingenua que prefiere no conocer el valor
del brillante que lleva su alianza. Pronto todos ellos van a tener que despedirse de su cómodo nivel
de vida y rezar para salir ilesos después de jugar a ser los amos del mundo.
Probablemente El consejero sea un film
especial para el director de Alien, el octavo pasajero, Blade
Runner o Thelma & Louise, tres títulos que ya de por sí deberían
cerrar la boca a muchos. Durante el rodaje su último trabajo perdió a su
hermano, el también realizador Tony
Scott (Top Gun, Amor a quemarropa), con el que solía
colaborar a través de su productora. Este trágico suceso tuvo que afectar de
algún modo a la concepción de El
consejero, una tragedia llena de claroscuros en donde lo más importante
está sucediendo mientras vemos al protagonista enredarse en su propia tela de
araña.
A poco que conozcamos la
filmografía de Scott sabremos que se trata de un autor que impregna su obra de
una ambientación única, influenciada quizás por sus inicios en publicidad.
Cuando cae en sus manos un guión nefasto, algo que por desgracia ocurre con
frecuencia, se le acusa de cierto esteticismo y frialdad, pero como diría
Malkina una película no tiene temperatura. El guión de McCarthy no está a la
altura de sus novelas, aunque hay suficiente material en él como para no perder
de vista sus futuras incursiones cinematográficas. Ambos, director y guionista,
no se involucran por completo a la hora de narrar esta sigilosa versión de El
precio del poder, defecto que se convierte en virtud cuando de lo que
se trata es de reflexionar sobre nuestra corrupta era.
Lo mejor: el apropiado envoltorio y Cameron Diaz, lástima que no logre desencasillarse.
Lo peor: distracciones como la confesión en la iglesia.
Alternativas: Casino de Martin Scorsese o Traffic
de Steven Soderbergh, monumentales frescos sobre la ambición y el complejo
mundo de las drogas.