lunes, 25 de noviembre de 2013

El consejero de Ridley Scott



El escritor Cormac McCarthy (La carretera, No es país para viejos) firma el guión de esta película sobre narcotraficantes y abogados del diablo, con Michael Fassbender y Penélope Cruz como improbable pareja protagonista.

Imagen:20th Century Fox
Puntuación: 7

Pocos elogios está obteniendo la nueva película de Ridley Scott, y por más que me cueste llevar la contraria –es irónico, claro- he de admitir que yo la disfruté de principio a fin, desde el momento en que el consejero (Michael Fassbender) le confiesa a Laura (Penélope Cruz) que ha estado con mujeres muy cochinas hasta el inevitable derramamiento de sangre. Entre medias se suceden amenazas camufladas bajo largos diálogos, ilusiones ocultas en pequeñas mentiras y unos personajes salidos de la oscura y precisa prosa del ganador del premio Pulitzer Cormac McCarthy.

Michael Fassbender (Shame, X-Men: Primera generación) da vida a un abogado que asesora a delincuentes para que estos utilicen a su antojo los márgenes de la legalidad. Como clientes suyos tenemos al sereno Westray (Brad Pitt) y al extravagante Reiner (Javier Bardem) junto con su novia Malkina (Cameron Diaz), y fuera del terreno laboral se encuentra Laura, la ingenua que prefiere no conocer el valor del brillante que lleva su alianza. Pronto todos ellos van a tener que despedirse de su cómodo nivel de vida y rezar para salir ilesos después de jugar a ser los amos del mundo.

Probablemente El consejero sea un film especial para el director de Alien, el octavo pasajero, Blade Runner o Thelma & Louise, tres títulos que ya de por sí deberían cerrar la boca a muchos. Durante el rodaje su último trabajo perdió a su hermano, el también realizador Tony Scott (Top Gun, Amor a quemarropa), con el que solía colaborar a través de su productora. Este trágico suceso tuvo que afectar de algún modo a la concepción de El consejero, una tragedia llena de claroscuros en donde lo más importante está sucediendo mientras vemos al protagonista enredarse en su propia tela de araña.

A poco que conozcamos la filmografía de Scott sabremos que se trata de un autor que impregna su obra de una ambientación única, influenciada quizás por sus inicios en publicidad. Cuando cae en sus manos un guión nefasto, algo que por desgracia ocurre con frecuencia, se le acusa de cierto esteticismo y frialdad, pero como diría Malkina una película no tiene temperatura. El guión de McCarthy no está a la altura de sus novelas, aunque hay suficiente material en él como para no perder de vista sus futuras incursiones cinematográficas. Ambos, director y guionista, no se involucran por completo a la hora de narrar esta sigilosa versión de El precio del poder, defecto que se convierte en virtud cuando de lo que se trata es de reflexionar sobre nuestra corrupta era.

Lo mejor: el apropiado envoltorio y Cameron Diaz, lástima que no logre desencasillarse.

Lo peor: distracciones como la confesión en la iglesia.


Alternativas: Casino de Martin Scorsese o Traffic de Steven Soderbergh, monumentales frescos sobre la ambición y el complejo mundo de las drogas.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Los juegos del hambre: En llamas



Segunda entrega de la saga de Suzanne Collins, inspirada extraoficialmente en la japonesa Battle Royale, que consigue lo impensable, superar a su predecesora y ridiculizar a su más reciente referente, Crepúsculo.

Imagen:eOne Films
Puntuación: 8

Los fans de Los juegos del hambre pueden respirar tranquilos. Mientras que las adaptaciones cinematográficas de los libros de Stephenie Meyer rápidamente fueron derivando en un folletín para adolescentes adormecidos, la sádica aventura futurista protagonizada por Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) puede presumir de estar siendo llevada a la gran pantalla con fidelidad, centrándose en la terrible historia y dejando en un segundo plano los líos amorosos de unos adolescentes convertidos en asesinos contra su voluntad.

Seguramente parte del mérito de Los juegos del hambre: En llamas se deba a sus guionistas, los ganadores del Oscar Michael Arndt (Pequeña Miss Sunshine, Toy Story 3) y Simon Beaufoy (Slumdog Millionaire, 127 horas), aunque el público esté más interesado en la nueva reina de Hollywood, que está igual de bien (o mal) que en el resto de sus últimos trabajos. El éxito de Jennifer Lawrence va más allá de mi entendimiento, pero cualquier actriz que tras ganar el Oscar se niegue a participar en un estúpido proyecto tiene mis respetos. Lo importante es que después de verla manejar el arco y lucir esos flamígeros vestidos uno no puede imaginarse a ninguna otra en el papel de la mesías del Distrito 12.

Los juego del hambre: En llamas transcurre inmediatamente después de que Katniss y Peeta (Josh Hutcherson) ganasen los 74º juegos del hambre. La mediática pareja se ve forzada a hacer un tour para motivar a la población empobrecida y divulgar la propaganda de El Capitolio. La cuestión que el espectador se plantea desde un principio es cómo van a acabar ambos participando de nuevo en dichos juegos, y os recomiendo que evitéis los spoiler pues el mayor peso de la trama transcurre fuera del campo de batalla. Baste con que sepáis que se está gestando una revolución en los distritos de Panem y que el presidente Snow (Donald Sutherland) está decidido a sofocarla.

Muchos os preguntaréis por qué esta segunda parte es mejor que la primera, contradiciendo la famosa frase. De entrada su director Francis Lawrence (Soy leyenda) –tranquilos que no es el padre de Jennifer- no subestima a su audiencia, y se toma su tiempo antes de que den comienzo los juegos, que a priori son el gran reclamo del film. Tiempo necesario para desarrollar el drama de unos personajes que aman por lástima y que luchan por retrasar su trágico destino, en los que reconocemos la influencia de Shakespeare, del cine épico de gladiadores e incluso del manga y del anime –de dónde sino iban a sacar a Effie Trinket (Elizabeth Banks) con su disfraz de cosplay o al valiente Finnick Odair (Sam Claflin) cargando con su mentora, la anciana Mags, a la espalda.

A nivel técnico han solucionado uno de los aspectos menos cuidados de la anterior Los juegos del hambre, los efectos visuales. Las poco logradas mutaciones de lobo dan paso a otro animal salvaje que protagoniza una de las secuencias más angustiosas, con permiso del inicio del violento show del título, momento cumbre de una película que ilumina aún más el género de ciencia-ficción en un año tan espacial como este 2013.

Lo mejor: el crescendo del último acto.

Lo peor: te ves forzado a leer los libros por miedo a los spoiler.


Alternativas: Btooom!, serie de animación japonesa de 12 episodios que te muestra lo que de verdad les pasa a aquellos tributos que no logran sobrevivir y cuyos rostros vemos proyectados en el cielo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

La huída, con Eric Bana y Olivia Wilde



El director ganador del Oscar por Los falsificadores (Stefan Ruzowitzky, 2007) intenta con este thriller acercarse a los hermanos Coen de Fargo o al Sam Raimi de Un plan sencillo… sólo lo intenta.

Imagen: DeAPlaneta

Puntuación: 4

La huída comienza con un accidente de coche en algún lugar cerca de la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Los hermanos Addison (Eric Bana, Star Trek) y Liza (Olivia Wilde, TRON: Legacy) sobreviven al siniestro y como vienen de atracar un casino ambos huyen con el botín adentrándose en el bosque y tomando caminos diferentes. Mientras Addison decide matar a todo el que se encuentra, ya sea un policía o un leñador, Liza seduce a un ex-boxeador recién salido de la cárcel para que la lleve hasta la frontera.

Por otro lado está Jay (Charlie Hunnam, Pacific Rim), que después de cumplir condena por algún asunto turbio en el que se vio involucrado gracias a su entrenador, visita a este último para pedirle el dinero que le debe. La visita acaba con el entrenador inconsciente en el suelo y Jay a la fuga, volviendo a casa de sus padres por acción de gracias y recogiendo de paso a una aparentemente indefensa mujer que no es otra que Liza.

También tenemos a Hanna (Kate Mara, 127 horas), protagonista de la tercera trama del breve film -hora y media de las antiguas- que da vida a la agente de policía que sigue el rastro de Addison y que a su vez es una antigua amiga de Jay. Demasiadas coincidencias para unos personajes tan poco atractivos y que despiertan escasas simpatías.

Con un par de ridículas escenas de sexo entre Charlie Hunnam y Olivia Wilde que no pondrán cachondo ni al más necesitado, un desarrollo sin sobresaltos –algo imperdonable en un thriller de fugitivos- y una bochornosa secuencia final que no logran salvar ni los veteranos Kris Kristofferson (Blade) y Sissy Spacek (la Carrie original), La huída sólo puede ofrecer una vuelta de tuerca a las películas de acción de gracias, día que no significa nada fuera de Norteamérica.

Lo mejor: la morbosa relación entre los hermanos.

Lo peor: qué desperdicio de actores.


Alternativas: Fargo, la obra maestra de los Coen.