lunes, 24 de junio de 2013

Guerra Mundial Z, con Brad Pitt



El actor y ahora también productor presentó en Madrid Guerra Mundial Z, película de catástrofes más que de zombis con un desorbitado presupuesto.

Foto: Juan Naharro
Puntuación: 6,5

Que el actor de 12 Monos, Seven o El curioso caso de Benjamin Button, por citar tres de sus mejores trabajos, se presentara sin avisar en la première española de Guerra Mundial Z sólo puede significar una cosa, que quiere rentabilizar los 200 millones que ha costado el film de Marc Forster (Descubriendo Nunca Jamás) y que produce Plan B, compañía de la que Brad Pitt es el único dueño.

Después de haberse recorrido las alfombras rojas de medio planeta, a veces incluso acompañado de Angelina Jolie, nosotros nos tuvimos que conformar con una repentina y “espontánea” aparición del astro, que brindó unas pocas palabras a un público atónito que por un instante pensó que se trataba de un doble. Aún así se agradece el detalle, y sirvió para contagiarnos su entusiasmo por una película de infectados (zombis en jerga profana) que de no ser por él y por las angustiosas secuencias de multitudes pasaría desapercibida.

A los fans de George A. Romero (La noche de los muertos vivientes) recomendarles que se abstengan de ir al cine o que se lo tomen con calma. A los seguidores de Resident Evil decirles que están de enhorabuena si disfrutaron con los últimos videojuegos de la saga. Y los que busquen un cruce entre Contagio y 28 días después obtendrán precisamente eso, salvo que sin profundizar demasiado en el desconocido virus y dejando fuera del encuadre los momentos más gore.

Por lo visto los guionistas de Perdidos, Drew Goddard y Damon Lindelof, hicieron retoques de última hora, y vistas las similitudes con la irregular Prometheus y con otros televisivos formatos, me temo que ellos son los responsables de convertir a Gerry Lane (Brad Pitt) en un héroe capaz de arriesgar su vida por una lata del refresco que ha cubierto parte de los gastos del film y con un poder de deducción que ya quisiera el doctor House.

Suerte que sus esquemáticos personajes secundarios están interpretados por actores como Matthew Fox o Mireille Enos, protagonistas de Perdidos y The Killing respectivamente. La detective Sarah Linden da vida a la mujer de Brad Pitt en la ficción, y aunque tenga mérito hacer creíble dicha relación, a los productores lo único que parece importarles son las montañas de infectados a las que se enfrentará Gerry y cómo conseguirá escapar, pues damos por hecho que aquí sólo mueren aquellos que la audiencia no va a echar en falta.

La mayor virtud de Guerra Mundial Z no son sus efectos especiales ni su eternamente joven actor principal. El verdadero logro de Marc Forster es conseguir mantener la tensión a pesar de que la sala esté abarrotada de culos inquietos y de que tu vecino de butaca tenga el móvil pegado a la mano, ¿será que con las gafas 3D los emoticonos se ven con más relieve?

Lo mejor: da igual cuántas veces haya visto el tráiler, la estampida en Philadelphia sigue siendo  aterradora.

Lo peor: los bramidos que emiten los infectados, ¿o son velociraptores?


Alternativas: la mejor película de zombis es La noche de los muertos vivientes, y para los alérgicos al blanco y negro Amanecer de los muertos.

miércoles, 19 de junio de 2013

El Hombre de Acero (o 50 Sombras de Superman)



Zack Snyder (300, Watchmen) y Christopher Nolan (Origen, El caballero oscuro) son director y productor de una de las películas más esperadas y ruidosas del año, ¿conseguirán que nos olvidemos de lo que hizo Bryan Singer hace varios veranos?

Imagen: Warner Bros

Puntuación: 6

Según nos lo quieren vender los héroes de DC Comics son más serios y oscuros que los de Marvel. Si bien esta última se ha aliado con Disney para ratificar su afán por llegar a todos los públicos, DC se ha apoyado en el talento de un solo cineasta, Christopher Nolan, y su caballero oscuro. Por más que lo intenta con reboots (Superman Returns) o nuevas adaptaciones (Linterna Verde) no consigue triunfar más allá de Batman.

El hombre de acero parece dispuesto a cambiar esto. Ya de entrada Zack Snyder nos muestra a un Clark Kent (Henry Cavill, Immortals) con barba –que pierde sin justificación alguna en cuanto se pone la capa- y pelo en el pecho, algo inusual en dicha franquicia, quizás los productores pensaran en cierto sector masculino que suele estar muy revuelto por estas fechas. También nos presenta a un General Zod que impone de verdad, como no podía ser de otra manera si lo interpretaba Michael Shannon (nominado al Oscar por Revolutionary Road) y antes de empezar con la historia del niño que llega del espacio nos deja inconscientes con un prólogo que transcurre en Krypton y que bien podría corresponder a la secuela de Avatar.

Russell Crowe sacrificándose por perpetuar su especie, de apariencia física curiosamente idéntica a la humana, está a la altura de Marlon Brando y esperemos que les haya salido más económico (4 millones de dólares cobró en su día el polémico actor por una aparición de diez minutos). Jor-El luchando contra Zod y su séquito en un planeta a punto de estallar es tan sólo un avance de las dos agotadoras horas que siguen.

El director de títulos de culto como Amanecer de los muertos o Watchmen da rienda suelta a su poco comedido gusto por el exceso, arropado por un tímido Christopher Nolan que se reserva las labores de producción y autor del argumento. El resultado es espectacular, pero la falta del humor original de las viñetas, una narración que abusa de los flashbacks (intentando emular a Lost) y la escasa tensión sexual entre Lois (Amy Adams) y Clark terminan por frenar el vuelo de este Superman que ya no presume de ropa interior roja.

Si se hubieran tomado un respiro para contarnos de forma lineal la infancia de Kal-El, junto a sus padres adoptivos (Kevin Costner y Diane Lane), y el temprano descubrimiento de sus poderes, así como su traumático paso por la escuela, nos habrían emocionado sin necesidad siquiera de recurrir a la omnipresente música de Hans Zimmer. Espero que en la segunda parte no necesiten armar tanto escándalo y tomen como referente las excelentes Spider-Man 2 y El caballero oscuro.

Lo mejor: aunque suene a tópico, sus efectos visuales.

Lo peor: esa elipsis tan abrupta que enlaza la desaparición de Krypton con la secuencia de la plataforma petrolífera.


Alternativas: el Superman de Richard Donner ha quedado desfasado, pero me puede la nostalgia .
 

lunes, 17 de junio de 2013

Laurence Anyways, de Xavier Dolan



Tercer film del realizador canadiense que con sólo 24 años se ha convertido en uno de los talentos más prometedores del cine de su país.

Imagen: Avalon
Puntuación: 7,5

Laurence (Melvil Poupaud) es un profesor de instituto que un buen día decide comenzar a vestirse de mujer. El problema no es cómo van a aceptar dicho cambio en el trabajo, el mayor reto será contárselo a su novia (Suzanne Clément) y que ambos sobrevivan a los prejuicios de amigos y familiares.

Xavier Dolan confiesa sus “secretos de infancia” en su tercer trabajo tras las cámaras, tras las también autobiográficas He matado a mi madre y Los amores imaginarios. La primera de ellas la dirigió con apenas 20 años y obtuvo varios galardones en el Festival de Cannes, reconocimiento al que ya estará acostumbrado. Laurence Anyways obtuvo la Queer Palm en dicho certamen, algo así como la Palma Gay, y con sus casi tres horas de duración es sin duda el título más ambicioso de su breve filmografía.

Su largo metraje es sin embargo el talón de Aquiles de una producción impecable, apoyada en una exquisita fotografía y un diseño de vestuario, a cargo del propio Dolan, que nos lleva de vuelta –muy a nuestro pesar- a la década de los noventa. Aparte de confirmar que en aquella época éramos igual de horteras que en los 80, esta intensa historia de amor y de transformación le exige demasiado a un público que por otro lado intuyo acostumbrado a este tipo de caprichos autorales.

La pareja de actores protagonistas se entrega a uno de esos guiones que difícilmente volverá a caer en sus manos y nos hacen partícipes de las emociones que sacuden a los valientes Laurence y Fred, verdaderos héroes que deberían servir como referente a los jóvenes de hoy en día.

Lo mejor: la presencia de Nathalie Baye (Una relación privada, Atrápame si puedes) como la madre de Laurence.

Lo peor: después de un arranque envidiable, la sucesión de lugares comunes a los que recurre Xavier Dolan.


Alternativas: Hedwig and the Angry Inch (John Cameron Mitchell, 2001) y Boys Don’t Cry (Kimberly Peirce, 1999), un poco por temática y otro poco porque me da la gana.

jueves, 13 de junio de 2013

Trance, de Danny Boyle



El director de Trainspotting y Slumdog Millionaire regresa al género con el que debutó con este rompecabezas cargado de violencia y erotismo.

Imagen: FOX
 Puntuación: 5

En 1994 se estrenaba Tumba abierta, algo así como la película que los hermanos Coen habrían realizado de haber nacido en Inglaterra. Con esta carta de presentación y su posterior consagración con Trainspotting, una de las cimas del cine británico, Danny Boyle podía permitirse casi cualquier cosa, deforestar una playa y volver a sumergir a Leonardo DiCaprio (La playa, 2000), dejar clara la diferencia entre zombis e infectados (28 días después, 2002), lanzarse al espacio (Sunshine, 2007) y arrasar en los Oscars con la fábula de un niño indio que pasa de vivir en una chabola a ser millonario gracias a un concurso (Slumdog Millionaire, 2008).

Si hay algo que echo de menos en las películas de Danny Boyle es esa suciedad que rodeaba a Mark Renton y sus amigos heroinómanos. Hoy en día no creo que pudiera filmar una escena como la alucinógena inmersión en el retrete, por mucho que en Trance le dé por reventar cabezas o enseñarnos cadáveres descompuestos. Su cine ahora presume de una fotografía hiperrealista, que a veces se agradece como en el caso de 127 Horas –a ver quién la digiere sino- y otras le resta personalidad a su trabajo.

Trance me recordó a Efectos secundarios (Steven Soderbergh, 2013), después de una anodina primera hora la trama desvaría en una sucesión de sorpresas gratuitas que tienen su explicación en un incoherente y precipitado desenlace. Es cine negro de serie B con envoltorio de lujo, pero si sabes a lo que vas incluso puede que le saques provecho al tiempo invertido. 

El film empieza con un robo en la casa de subastas donde trabaja Simon (James McAvoy, Expiación). Los atracadores, liderados por Franck (Vincent Cassel, Cisne negro), pretenden hacerse con una obra de arte y en lugar de eso se van con las manos vacías por culpa del empleado del mes. Simon ha escondido el valioso cuadro, el problema es que debido a un golpe no recuerda dónde, de modo que Franck contrata los servicios de una terapeuta (Rosario Dawson, Sin City). Con la ayuda de la hipnosis, método que va ganando adeptos, el protagonista bucea en su mente acompañado de la bella especialista y del propio espectador que tiene dos opciones, disfrutar del viaje en montaña rusa o tirarse de ella en movimiento.

Lo mejor: el frenético montaje, a veces es aconsejable no pensar durante la proyección.

Lo peor: sus personajes bidimensionales, esclavos de un guión tramposo.


Alternativas: si queréis paranoia ahí van tres imprescindibles, Videodrome, Paprika y Cisne negro.