lunes, 29 de abril de 2013

Stoker, con Nicole Kidman



Park Chan Wook (Oldboy) da el salto a Estados Unidos con este cuento gótico protagonizado por una joven un tanto morbosa con el rostro de Mia Wasikowska (Alicia en el país de las maravillas).
Imagen:Fox
Puntuación: 7,5

En 2003 se estrenaba Oldboy, un cruce entre Amelie y una película de Yakuzas basado en un retorcido manga que este año volverá a ser llevado al cine de la mano de Spike Lee (Plan oculto). Gracias al surcoreano Park Chan Wook, por aquel entonces prácticamente desconocido en occidente, nos entusiasmamos con la venganza de un oficinista que es secuestrado sin motivo aparente y al que roban quince años de su vida. La película sirvió de inspiración a anuncios de publicidad y consiguió que dejásemos de mirar sólo a Japón en busca de historias sádicas e inquietantes encuadres.

Después de eso, Chan Wook prosiguió con su trilogía de la venganza (Sympathy For Lady Vengeance), firmó uno de los Three… Extremes (Cut) y convenció a pocos con sus robots (Soy un cyborg) y sus vampiros (Thirst). Justo cuando la notoriedad que alcanzó con Oldboy comenzaba a disiparse acepta dirigir Stoker, proyecto de encargo en el que no ha colaborado como guionista, labor que recae en Wentworth Miller –quizás no os suene ese nombre pero seguro que le recordaréis si os digo que era el protagonista de Prison Break

La trama de una chica que pierde a su padre el día en que cumple 18 años, que no soporta a su estirada madre y que recela del tío que viene a ocupar el puesto que ha quedado vacante tendría poco de sugerente de no estar rodada con el refinado gusto por lo macabro del que presume uno de los mejores directores de Corea del Sur, junto con Bong Joon-ho (Memories of murder), Kim Ki-duk (Hierro 3) y Kim Ji-Woon (Encontré al diablo). 

Stoker transcurre en la mansión de la familia cuyo apellido da título al film, compuesta por Evelyn (Nicole Kidman), India (Mia Wasikowska, Jane Eyre) y Charles Stoker (Matthew Goode, Ozymandias en Watchmen), madre, hija y tío que no tiene pinta de santo. Chan Wook y su equipo crean un ambiente mal sano y erótico en el que cada rincón sirve para captar los múltiples ángulos de unos personajes de bestseller cuyo atractivo es proporcional al buen hacer de los actores que les interpretan. De Nicole Kidman espero que nadie dude, y menos después de verla en la reciente El chico del periódico, aunque el centro de vuestras miradas será Mia Wasikowska, que convierte a su India en una suerte de Lolita siniestra.

Lo mejor: la composición de los planos, elegantes y perturbadores.

Lo peor: la trama no está a la altura de las circustancias.


jueves, 25 de abril de 2013

Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet



Candela Peña prosigue con su discurso de los Goya en este drama de la directora de Mi vida sin mí, a la que parece haberle afectado la crisis tanto como a su pareja protagonista.


Puntuación: 3

La “gota china” era un método de tortura que consistía en dejar caer una gota de agua cada cinco segundos sobre la frente del condenado. Pues bien, Ayer no termina nunca es lo más parecido en cine a esa antigua práctica.

Después de la tediosa e inverosímil Mapa de los sonidos de Tokio, y de un par de documentales sobre Garzón y el Prestige, Isabel Coixet dice basarse libremente en la obra teatral Gif (que en España se tituló Antes te gustaba la lluvia) en su nuevo trabajo como directora, guionista y productora. Ayer no termina nunca transcurre en el año 2017, sólo dos años antes de que Harrison Ford persiguiera a replicantes, pero mientras en Los Ángeles los androides sueñan con ovejas eléctricas en nuestra península una pareja rememora su pasado frente a la tumba de su hijo. 

Dicho así hasta puede resultar atractivo, y no es mi intención. Os enfrentáis a dos interminables horas en compañía de Candela Peña y Javier Cámara, que sigue tan perdido como En los amantes pasajeros. Motivos no le faltan, los diálogos de Coixet son tan finos como los del último Almodóvar, y encima tiene que darle la réplica a una de las mejores actrices de nuestro cine, discursos de agradecimiento aparte

La inolvidable novia de Huma Rojo en Todo sobre mi madre interpreta a una mujer que perdió a su hijo fruto de una negligencia médica fruto a su vez de los recortes en sanidad. Cinco años después se rencuentra con su ex, que la abandonó y emigró a Alemania para empezar de cero. Comienza así un diálogo entre dos personas que tienen bastante que reprocharse el uno al otro y que podría haber resultado interesante de no ser por la pretenciosa puesta en escena de Coixet, que interrumpe constantemente la acción con secuencias de los personajes divagando en una caverna –ni que fuera cine amateur-, o por su poco elaborada y oportunista trama de denuncia social que esperemos no tarde en quedar obsoleta.

Lo mejor: el talento de una actriz a la que ni por un momento nos imaginamos viviendo en un coche.

Lo peor: la falta de talento de un actor al que ni por un momento nos imaginamos siendo heterosexual.


viernes, 19 de abril de 2013

On the road (En la carretera)

La adaptación de la novela generacional de Jack Kerouac llega con bastante retraso a nuestras pantallas pero con los suficientes reclamos como para que la espera haya merecido la pena.


Puntuación: 7,5

Para aquellos que no lo sepan En el camino, título español de On the road –no confundir con la desoladora La carretera de Cormac McCarthy-, encabeza las listas de los mejores libros del siglo XX y es la obra más representativa de la “Generación Beat”, grupo de escritores estadounidenses que hacían apología del consumo de drogas y de una liberación sexual de la que posteriormente se apropiarían los hippies.

Los personajes de On the road son álter egos de famosos poetas y vividores que tuvieron su momento de gloria durante los años 50, aunque el viaje que emprende Sal Paradise, pseudónimo de Kerouac, tiene lugar entre 1947 y 1950. Paradise (Sam Riley, Control) es un escritor eclipsado por el talento del poeta Carlo Marx (Tom Sturridge) e iluminado por el irresistible Dean Moriarty (Garrett Hedlund, TRON: Legacy), amante del jazz, las drogas y demás placeres carnales. Ambos amigos son en realidad Allen Ginsberg, autor de Howl (Aullido), y Neal Cassady, todo un icono en la época que inmortalizó Kerouac en varias de sus novelas: “Con la aparición de Dean Moriarty comenzó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera. Un demente, un ángel, un pordiosero.”

Estas tres almas perdidas en un Nueva York que se les queda pequeño, recorren Estados Unidos y México con intereses similares y resultados bien distintos. Lo que para Paradise son experiencias de las que toma nota en sus cuadernos, para Moriarty es simplemente una filosofía de vida con una máxima, ser libre. Walter Salles (Diarios de motocicleta), que anda un poco perdido desde que dirigiera el remake de Dark water, se mantiene fiel a la trama original y por momentos logra transmitir su espíritu romántico y decadente. Para ello se sirve de una fotografía que toma como referentes a artistas de la talla de Edward Hopper o a los hiperrealistas John Baeder y Robert Gniewek, o lo que es lo mismo, retrata la soledad en un país con millones de habitantes.

Oiréis lo de siempre, que el libro es mejor que la película, sin embargo si al igual que el protagonista os sentís atraídos por los locos, aquí tenéis a uno de esos personajes que justifican el precio de la entrada. Dean Moriarty ya era arrollador antes de que Garrett Hedlund se metiera en su piel, pero es que el actor que debutó en Troya personifica el vértigo, la rabia y la tristeza que habitaban en ese famoso rollo de papel en el que Kerouac escribió su influyente diario de viaje.

Y no se me olvida Kristen Stewart, de ella diré que esta vez no sólo parece una yonqui sino que lo es.


jueves, 18 de abril de 2013

Tierra prometida, de Gus Van Sant


Gus Van Sant dirige de nuevo un guión de Matt Damon, al que diera su gran oportunidad con El indomable Will Hunting.

 

Puntuación: 7
 
Todos conocemos a Matt Damon, ganador de un temprano Oscar como guionista de El indomable Will Hunting, que coescribió junto a su amigo Ben Affleck en 1998. El nombre de John Krasinski sólo les sonará a los seguidores de The Office, aunque su rostro os resultará familiar. Ambos artistas, que así les gustaría que les llamasen, han brindado a Gus Van Sant una atractiva historia de dudoso trasfondo ecológico con la que continuar su labor reivindicativa, iniciada con Mi nombre es Harvey Milk. Desgraciadamente esta vez no se nutre de trágicos hechos reales, sino de la ficción, por más que nos hable de la crisis y de polémicas fracturaciones de tierras para la extracción de gas.

Steve (Matt Damon) y su compañera Sue (Frances McDormand, Fargo) llegan a un pueblo ganadero de Pensilvania en representación de una compañía de gas que quiere comprar derechos de perforación, por supuesto a un precio mucho menor que las ganancias que va a obtener. El problema viene cuando uno de los ciudadanos pregunta por las consecuencias medioambientales de dichas excavaciones. Esta sencilla cuestión llamará la atención de Dustin (John Krasinski), un ecologista con sed de justicia y don de gentes, cualidades que obligan a Steve a replantearse la estrategia de la que depende su trabajo.

Gus Van Sant, que de seguir así conseguirá que le perdone el haber realizado el remake de Psicosis, aparca sus caprichos independientes (Paranoid Park, Last Days, Elephant) y retoma el cine más comercial sin perder un ápice de compromiso autoral. Claro que en este caso se muestra esclavo de un guión que hace aguas en su inesperado último acto, que en términos narrativos es sumamente eficaz. Algo parecido a lo que sucedía en la reciente Efectos secundarios, donde su denuncia a la prescripción de fármacos antidepresivos se diluía en un turbio thriller de giros abruptos y tramposos. 


martes, 16 de abril de 2013

Memorias de un zombie adolescente (Warm Bodies)



Si creíais haberlo visto todo preparaos para esta versión zombie de Romeo y Julieta que dirige el responsable de 50/50, otra comedia atípica que pasó injustamente desapercibida.


Puntuación: 6,5

Que un vampiro se enamorara de una mujer no era nada nuevo, desde Drácula de Bram Stoker hasta Crepúsculo ha llovido mucho, pero el Conde de Transilvania y sus descendientes siempre han sido muy románticos. Que lo hiciera un hombre lobo o cualquier otra criatura sobrenatural tampoco lo era, La bella y la bestia, El doctor Frankestein, King Kong, La mujer y el monstruo… Pero que un zombie y una adolescente vivan un romance es algo con lo que George A. Romero no contaba cuando realizó La noche de los muertos vivientes en 1968.

Warn Bodies, que así se llaman en realidad estas Memorias de un zombie adolescente, nos presenta a R (Nicholas Hoult, X-Men: Primera generación), uno de esos caminantes que en los últimos años han invadido la televisión, las novelas gráficas y los videojuegos. R no puede hablar, sólo gruñir y articular alguna palabra como “hungry” para indicar a sus amigos que vayan en busca de comida, es decir, carne humana, y si pueden ser cerebros mejor, ya que estos les transfieren los cálidos recuerdos de sus víctimas por unos instantes.

Julie (Teresa Palmer, Soy el número 4) es una joven que vive al otro lado de un muro que mantiene aislados a los supervivientes de una hecatombe cuyo origen desconocemos. Junto con su novio Perry (Dave Franco, Noche de miedo) se apunta a una expedición en busca de suministros y medicamentos, y como habréis podido imaginar –o ver en el didáctico tráiler- ambos se encuentran con R y su grupo de zombies hambrientos. Nuestro tímido protagonista se come los sesos de Perry delante de su amada en la mejor secuencia del film, se encapricha por consiguiente de ella y se la lleva a su hogar, situado en un aeropuerto infestado no sólo de muertos vivientes, también de otra especie de pútridos carroñeros capaces de comerse todo lo que tenga piernas.

Nace así una arriesgada historia de amor, llena de homenajes a Romeo y Julieta y al cine de terror, que asusta menos de lo que sorprende y que entretiene más que apasiona. El estudio de la saga Crepúsculo está detrás del proyecto, lamentablemente me temo, porque una vez acostumbrados al original planteamiento nos quedan unos teenagers raritos cuya relación no está bien vista por padres ni amigos y que acaba empachando. Suerte que dejan algún fuego de artificio para el desenlace, justo a tiempo de que el espectador se vaya satisfecho a casa y el escritor Isaac Marion ultime la secuela literaria.


jueves, 11 de abril de 2013

Tom Cruise estrena Oblivion



De la mano de Joseph Kosinski, director de TRON: Legacy, nos llega la adaptación de su novela gráfica, un film de ciencia ficción al estilo de Soy leyenda que nada tiene que ver con el famoso videojuego de rol.


TRON: Legacy tuvo que funcionar bien en taquilla o gustarle mucho a Tom Cruise, de lo contrario no entiendo cómo han vuelto a confiar en Joseph Kosinski para que realice una superproducción de Hollywood a base de costosos efectos especiales que recrean un planeta devastado por una guerra contra invasores extraterrestres

La tardía secuela de TRON no me disgustó, verla en una sala IMAX supuso toda una experiencia que ahora podemos repetir con Oblivion ya que ambas son visualmente espectaculares. El apartado sonoro era otra de sus virtudes, esta vez el grupo de música electrónica M83 toma el relevo a Daft Punk y consigue que por momentos recordemos al mejor Mike Oldfield. El talón de Aquiles de Kosinski continúa siendo el guión, porque entiendo que la interpretación del señor Cruise no está en sus manos.

Estamos en el año 2073, hace más de 60 años que ganamos la guerra contra unos extraterrestres que tuvieron la delicadeza de destruir la luna, lo cual hizo que una serie de catástrofes ambientales asolaran la Tierra, enterrando ciudades enteras bajo toneladas de arena. Los marines Jack Harper (Tom Cruise) y Victoria (Andrea Riseborough, W.E.) son los dos únicos humanos que quedan en la superficie terrestre, se encargan del mantenimiento de unos drones cuya misión es la vigilancia de las plataformas que extraen los últimos recursos vitales del planeta, en concreto el agua de los océanos. Dentro de dos semanas ambos técnicos finalizarán su trabajo y se unirán al resto de supervivientes estacionados en Titán, una de las lunas de Júpiter.

La cuestión es que Jack se siente demasiado unido a un mundo del que sólo tiene recuerdos, y con su partida a la vista empieza a entrarle morriña. De vez en cuando sube a su nave burbuja, sobrevuela Manhattan, con el Empire State como resto de su emblemático skyline, y atraviesa cráteres volcánicos hasta llegar a su oasis particular, una cabaña en medio de un bosque donde juega al baloncesto y escucha vinilos de Led Zeppelin, suerte que no tiene un reproductor de DVD con títulos como Mamá o Posesión infernal que le inviten a buscarse otro refugio.

En una de sus misiones rutinarias Jack descubre los restos de una nave cuyos tripulantes, en estado de hibernación, están siendo eliminados por los drones que él mismo repara. Llegará a tiempo de rescatar a una misteriosa mujer, Julia (Olga Kurylenko, To the Wonder), que obligará a nuestro héroe a replantearse su insignificante existencia. Por si no tuviera bastante con lo que lidiar, los Scavengers, una resistencia de alienígenas indigentes oculta entre las ruinas, le secuestrarán poniendo en peligro su retorno a la colonia humana.

Esta interesante trama podía haber dado lugar a un actual El planeta de los simios o El último hombre… vivo, en lugar de eso Joseph Kosinski se pierde en un vanguardista diseño de producción tan elogiable como aburrido que hará las delicias de todo geek o de todo fan del señor Cruise, que no son pocos.


Puntuación: 6