Mapa, documental nominado al Goya

Versión española de Come, reza, ama, sin Julia Roberts y sin el mismo presupuesto, pero realizada con más arrojo y honestidad.

Esta vez os voy a recomendar una pequeña película que no durará mucho tiempo en cartelera. Se trata de un documental, género que ya de por sí ahuyenta a la mayoría de los espectadores, pero que gracias a gente como Michael Moore o Al Gore tiene asegurado una parte del mercado cinematográfico, por pequeña que esta sea.

Detrás de Mapa se esconde León Siminiani, un introvertido director de series de televisión que después de ser despedido y de una ruptura sentimental, coge la mochila y se marcha de viaje por India para retomar sus sueños de cineasta frustrado. La hazaña de León consiste en demostrar que cualquiera puede hacer una película, en el sentido literal de la expresión, los medios están al alcance de todos, lo único que hace falta es una buena historia que contar.

Dicho así parece sencillo, cuando en realidad es lo más complicado. León, que ama el cine del Neorrealismo y de la Nouvelle Vague, bien lo sabe, y lo que comienza siendo un diario de viaje se transforma gradualmente en un drama sobre la vida real, esa en la que uno no logra alcanzar sus sueños y en la que no siempre es correspondido. Eso, por supuesto, es mucho más interesante que sentarse a ver otro Españoles por el mundo 

Es cierto que a mí me ha resultado fácil identificarme con el protagonista de Mapa, mis aspiraciones eran, son y serán similares a las suyas, en el terreno profesional claro. En el sentimental soy más práctico que León, que recurre una y otra vez a grabaciones del pasado para intentar recuperar a Luna –así se llama ella- primero e intentar olvidarla después.  El público simpatizará más con el treintañero víctima del desamor al estilo de (500) Días juntos que con el cinéfilo con ansias de trascender, algo que Siminiani, como buen profesional televisivo, ha tenido muy presente, para bien y para mal.

Lo mejor: la lucha con “el otro”.

Lo peor: como en ciertos documentales nos queda la duda de si lo que vemos es parte de una realidad provocada.

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Bestias del sur salvaje

Film independiente que triunfó en Sundance y que ha dejado con cara de póker a Ben Affleck y a Kathryn Bigelow, directores que sonaban como favoritos para llevarse el Oscar y que han sido desbancados por el debutante Benh Zeitlin.

Para disfrutar de esta pequeña película es mejor que te acerques a ella obviando las cuatro nominaciones al Oscar que ha obtenido en la presente edición, película, dirección, guión adaptado e interpretación femenina para Quvenzhané Wallis, que con 9 años se ha convertido en la actriz más joven candidata al premio. No voy a hablar más de lo justo que me parecen las nominaciones de este año, después de arremeter contra varias de las aspirantes, y me voy a centrar en lo único que debería importarnos, la calidad del film.

Bestias del sur salvaje es una película de niños para adultos. La pequeña protagonista, inolvidable Hushpuppy (Quvenzhané Wallis), vive con su padre Wink (Dwight Henry) en “la Bañera”, una comunidad aislada –literalmente- de la civilización y amenazada por constantes inundaciones. Gracias al título y a algunas imágenes podemos intuir que se trata de un lugar cercano al Polo Sur, cuyos glaciares se están viniendo abajo debido a la contaminación, a la que contribuyen las fábricas que divisan a lo lejos los personajes. A pesar de todos estos datos no podía parar de pensar que estaba viendo una película sobre el Huracán Katrina, no en vano fue rodada en Luisiana y la relación de los habitantes de “la Bañera” con aquellos que quieren rescatarlos recuerda a las noticas que nos llegaron de dicha catástrofe

Lo que hace especial al debut en el largometraje de Behn Zeitlin es la posición de la cámara por un lado, siempre a ras del suelo para situarnos en el punto de vista de Hushpuppy, y los elementos mágicos con los que salpica el drama de unos marginados que se aferran a lo poco que tienen. Estos elementos provienen de la inocente imaginación de un niño, pero también de los adultos conscientes de que deben velar por los más pequeños para hacer de este mundo un lugar mejor, por impredecibles desastres naturales que puedan venir.

Como espectador habría preferido conocer la enfermedad de Wink, que la isla existiera en la realidad para dejar de viajar a Nueva Orleans y que los animales prehistóricos que surgen del deshielo estuvieran más vinculados a la historia. Buen ejemplo de cómo conseguir esta difícil tarea lo encontramos en El laberinto del fauno, sin duda alguna fuente de inspiración de la pareja de autores responsables de uno de los títulos más curiosos de la cartelera.

Cita

Hushpuppy: Los animales fuertes no tienen piedad. Son de esos animales que se comen a sus mamás y papás.

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El vuelo

Tras ese título y un cartel monopolizado por una estrella del calibre de Denzel Washington, no podía imaginarme que se escondía uno de los mejores films de la temporada. El eslogan “Llega la película más provocativa del año” había llamado mi atención, pero no fue hasta que vi a Whip Whitaker (Washington) despertándose en una habitación de hotel, con su mujer al teléfono y con una atractiva –y desnuda- joven en la cama, dando un trago a una lata de cerveza resto de una gran noche y metiéndose una raya de cocaína para secuencias más tarde ponerse a pilotar un avión de pasajeros, que empecé a intuir la clase de bomba incendiaria con la que Robert Zemeckis regresaba al cine de acción real.

Según afirmó el responsable de títulos tan inofensivos como las animadas Polar Express o Cuento de Navidad, una de sus escenas favoritas es el encuentro fortuito en las escaleras del hospital entre Whitaker y la toxicómana Nicole (Kelly Reilly, Sherlock Holmes) después de la tragedia. Ambos personajes están fumando y se les une un tercero que, para hacer su vida más sencilla, culpa a Dios de su enfermedad. Una relación empieza, una vida termina y una fuerza mayor rige sus destinos. Destinos llenos de conflictos que no encontrarán su resolución hasta que Whitaker afronte sus serios problemas.

Desde Leaving Las Vegas o Réquiem por un sueño no había visto una película que me impulsara a alejarme de ciertas adicciones de manera tan efectiva. La diferencia con aquellos títulos es que El vuelo te golpea sin dejarte inconsciente, algo que el público agradecerá.

Lo mejor: la visión del avión invertido sobrevolando a cristianos ataviados con túnicas blancas.

Lo peor: la inevitable moraleja.

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Denzel Washington y Robert Zemeckis en Madrid

Actor y director atendieron puntualmente a los medios con motivo del estreno de su última película El vuelo, el mejor estreno de la semana no apto para aerofóbicos.

Tripictures

Después de ganar dos Oscar –por Día de entrenamiento y Tiempos de Gloria- y no airear su vida privada, esperaba encontrarme a un Denzel Washington arrogante y esquivo, pero lo único que pareció irritarle durante la rueda de prensa fue el sonido de los móviles. Cierto es que tiene mucho que agradecerle a El vuelo, en la que interpreta al capitán Whip Whitaker, uno de esos personajes por los que un actor es recordado y que le ha valido su sexta nominación a los Premios de la Academia. "Es un honor para mí que vuelvan a reconocer mi trabajo, aunque esperaba más nominaciones".

Tanto Washington como el director Robert Zemeckis (Forrest Gump, Regreso al futuro) contestaron con un sí rotundo a la pregunta de un periodista sobre si esperaban una mayor presencia en los Oscar. Dado el pésimo nivel de este año, y con nueve candidatas a la mejor película, habría sido justo reconocer la valentía de El vuelo en más categorías, pero finalmente sólo optan al premio su actor principal y su guión,  firmado por John Gatins.

Lástima que Gatins no estuviera en la presentación, porque me hubiera gustado preguntarle cómo ha pasado de escribir films mediocres como Coach Carter o Acero Puro a conseguir que le produzcan la polémica El vuelo, en la que un piloto consume cocaína y se bebe unos cuantos vodkas justo antes de ponerse al mando de un avión con un centenar de pasajeros a bordo. "Cuando leí por primera vez el guión, no tenía ni idea de lo que iba a hacer Whitaker", afirma Zemeckis sobre el personaje central, “uno de los más complejos de mi filmografía”.

Hablando de predecir finales suerte que la mayoría de los presentes habíamos visto el film, porque tanto ciertos profesionales como los protagonistas del evento desvelaron el emocionante final de El vuelo en varias ocasiones, lo que me extraña en el caso de Washington, vaya forma de promocionar su trabajo. Aunque se le veía cansado, demasiadas horas de vuelo quizás.